En los exponentes nacionales
del arte cinético, María Martorell es considerada la Primera Cinética Argentina.
Detalles de su trayectoria permitirán bosquejar toda una época.
La familia.
María Martorell nació el 18 de enero de 1909 en
un hogar salteño presidido por su padre, don José Vidal, un inmigrante gallego
que llegó a Salta de chico y pasó a ser en breve tiempo un enamorado de la
provincia donde formó familia.
Sus estudios primarios
La futura plástica relata los estudios primarios
cursados en el Colegio de Jesús, luego en el del Huerto, el de las monjas Suan y
en la Escuela Normal. Ella recuerda que ingresa al mundo del Arte, con dibujos
a la carbonilla cuando sólo tenía 5 años de edad.
Las Monjas Suan habrían dialogado con María
Martorell sobre las estéticas vanguardistas desplazando al Naturalismo.
Los Primeros pasos en el arte. Período
figurativo.
Su primer profesor: Ernesto Scotti.
Transcurría el año 1942 y el hecho de la
llegada al barrio de un nuevo vecino que se instala frente a su domicilio,
Ernesto Scotti facilita su aprendizaje. Ese es el año señalado como la fecha
en que María se iniciaba en la pintura, así lo recuerda:
“…… era un hombre muy culto, no se limitaba a la pintura sino que
vivía rodeado de libros y discos…. Yo tenía miedo de ir al estudio, algo me
inhibía, pero al final me animé. El se enteró por otros, que yo había dibujado y
quería que lo hiciera allí. Cuando fui, lo primero que me sorprendió fue algo
que para ellos era completamente natural, estar con un modelo desnudo al frente.
Después, claro me acostumbré pero cuando todo es nuevo………… él fue mi gran
maestro. (MM)
Primero fueron manchas, naturalezas muertas,
figuras humanas, desnudos y paisajes salteños. La obra pictórica de dicho
período toma como imagen la naturaleza con una línea estética basada en el
Naturalismo rozando al impresionismo.
Cambio de estética.
Prosigue los estudios en colegios religiosos,
planeando un viaje a Europa, ansiosa por vivir de cerca las luchas estéticas y
admirar cara a cara a los pintores, a quienes imaginaba de leyenda
Durante 1947 realizó visitas a Buenos Aires
para enterarse de la actualidad plástica, de las acciones estéticas del grupo
Arte Concreto Invención y Madi, Este contacto le motivó sendas reflexiones dado
que
-hasta entonces- todos sus conocimientos acerca de las artes
plásticas se originaban bajo la filosofía del Naturalismo. La pintora veía
derrumbarse toda una educación estética basada en el tradicional Naturalismo,
cediendo posiciones.
En el curso de sus relaciones con los
integrantes de Arte Concreto Invención y Madi, éstos la adoctrinaban: El Arte
representativo tiende a amortiguar la energía cognoscitiva del hombre, a
distraerlo de su propia potencia. Al adherir mentalmente a dicho concepto
que se oponía al Naturalismo, la artista tenía en sus manos el argumento que la
conduciría al Viejo Continente. Una nueva concepción estética llama
poderosamente su atención sobre las pinturas realizadas por el Grupo Arte
Concreto Invención y Madi, aparición coincidente con la revista Arturo donde se
divulgaban conceptos a favor de la No Figuración.
Interesada en indagar sobre Art- Bruit-
Surrealismo, Abstracción, Arte Cinético, la Nueva Figuración y Expresionismo,
viaja a Europa recorriendo Italia, mostrando sus paisajes salteños, y pintando
paisajes de Cataluña con una técnica con diseño geometrizante, así, del
naturalismo pasa a la geometría.
El ansiado viaje para conocer personalmente el
lugar y los actores de estéticas en retirada (Impresionismo, Naturalismo, Nueva
Figuración, Surrealismo, Art Bruit, Arte Ingenuo, etc.) renovarían su arte.
Más tarde, Paris
Reside dos años en París (1954-1956) pintando
paisajes urbanos aplicando la síntesis y es allí donde expone sus obras. Se
inicia en el trabajo con formas geométricas puras. En ese momento se vincula con
Vantogerloo, uno de los pilares del Arte Concreto Europeo y se informa de
teorías y obras de maestros de la Abstracción Geométrica: Mondrian, los
Constructivistas rusos, Moholí, Nagy, Albert, Max Bill, Vantogerloo, Bor, toma
cursos con Pierre Francastel, Gurvich y Vorden sobre Sociología del Arte en
l´Ecole Pratique des Hautes Etudes. Dicha estadía, hasta 1956 le señaló el
momento decisivo de su carrera. A su regreso a Buenos Aires, se dedicó a
estructurar formas Geométricas y Dinámicas.
Congregó al Movimiento óptico en base a
Poligonales, reconociendo las experiencias de las Vanguardias Concretas Europeas
Obras de forma vertical u
horizontal
Nos planteamos un análisis de su obra plástica
en dos tiempos: la Visión hacia lo interior (su entorno de artista plástico), y
la Visión exterior, surgida de una visión exterior por una ventana como mirador
o puente.
La Visión exterior la acompaña desde el instante
de su nacimiento a la aurora, mediodía, atardecer y noche, dibujando en el
horizonte una combinación perfecta de líneas ascendentes (de la cumbre para
descender hasta el valle en continuas reiteraciones), un dibujo que la
Naturaleza otorga al espectador. Se produce la Visión exterior.
La Visión interior está presente en el espíritu
de la época en que vive el artista: en esta ocasión dominada por el dinámico en
cualquier sector de la región.
Martorell diseña la línea recta y con ella
dispone avanzar para dar comienzo al movimiento ascendente, que suele reiterar.
Al eliminar la verticalidad y horizontalidad, cuenta con el recurso cinético, o
sea el movimiento.
Son sus características: Velocidad, Movimiento,
actuando en las comunicaciones, el transporte en sus variantes, cambios, objetos
con múltiples y reiterados descartes, etapas interplanetarias, múltiples
transformaciones, etc. Ocupa un segundo lugar la creación, encontrándose con una
quietud creativa manteniendo la línea recta desde tiempos seculares. Se la ubica
verticalmente u horizontalmente.
El óleo El Camino (de 1948) es de estilo
Post Impresionista, Duga obra de técnica mixta de 1958, tiene un
diseño planimétrico, y en el óleo S. y D. de 1974 se percibe el cambio
cuando incorpora las curvas, y así elimina la quietud que le da el uso
de la línea recta, con la verticalidad o la horizontalidad,
planteo donde aun no asume el recurso Cinético. En 1956 empleaba el color, en
Sol Luna de 1971 aporta como ensayo, ensayos en procura de vencer la
inmovilidad de verticales y horizontales en eterna quietud, no ajustada para la
Era Tecnológica en que vive María Martorell donde predomina lo dinámico, veloz,
ritmo satelital, hasta que -tras años de búsqueda- la salteña tiende la línea
recta y, siguiendo su ruta, en cierto trazado del mismo, supera la
horizontalidad elevándose sin perder el rumbo. La línea sigue su camino, tras
crear una fórmula cinética.
En Nueva York
Años más tarde, un nuevo
destino -Estados Unidos-, le dio una óptica especial.
“Cuando estuve en Nueva York,
en 1961-62 – recuerda Maria Martorell-, me quedé impresionada por la
lluvia de informalistas. Muchos pensaron que la abstracción geométrica había
terminado. Ahora se ve que no es así, y el minimal art ha contribuido a enfocar
el interés de otras cosas que el arte informal. Creo que existe mucha libertad
dentro de lo que se llama geométrico, y por eso trato de evitar el trazado con
regla, por ejemplo, que a mi modo de ver lleva a una especie de clasicismo
rígido y estratificado.”
Así, Martorell diseña la línea recta y con ella
se dispone avanzar para dar comienzo al movimiento ascendente, que suele
reiterar. Al eliminar la verticalidad y horizontalidad, cuenta con el recurso
cinético, o sea el movimiento.
Desde su infancia, María contemplaba la Línea
Ondulada creada por la vecina serranía, la línea descendía de las altas cumbres
y llega a los valles en una actitud geográfica desde tiempos milenarios, línea
que la artista atrapa con pincel.
La virtual
ruptura con el contenido romántico de sus obras iniciales, una concentrada
soledad y la visión ancestral de los cerros salteños de su tierra natal,
constituyen las raíces nutricias de las ondulaciones cromáticas gestadas,
en una coherente e insobornable labor en torno a bandas de colores que
sobrelleva los diez años.
Inserta en
la tendencia abstracta, Martorell instauró un signo original mediante el diseño
de bandas se apariencias móviles –lo que la acerca en algunas obras al
cinetismo- en una búsqueda de espacios, tonalidades e imágenes, hasta sugerir en
estas formas reales tales como el caracol en sus obras Sigua I, II y III o el
espacio infinito en Trébede, Temas I y II con un mínimo de recursos plásticos
que han determinado el nacimiento de un estilo personal.
Al escoger
la abstracta geometría para estructurar un lenguaje rítmico, la pintora le ha
sumado el color con ese rigor ascético que Kandinsky y Mondrian condensaran en
sus telas, ceñido al tono bicromático: azul- rosado, azul- amarillo, amarillo-
violeta, lo que determina degradaciones o escalas de sensible luminosidad.
Acude a la
serigrafía en procura de nuevas indagaciones técnicas, novedad que aporta
Martorell, sin que el traslado de la imagen a la hoja signifique el menor
cambio, una vez más refirmada como signo propio.
Decididamente figurativa en sus comienzos
evolucionó luego, cada vez menos apoyada en la Naturaleza, hacia formas no
figurativas de tipo manchista y de carácter intuitivo y, en oportunidades
dentro del pleno territorio del Arte Concreto.
Un excelente oficio y una sensibilidad de
indudable refinamiento, sostenida por una fértil fantasía le permiten realizar
una obra cuya originalidad se manifiesta a través de la melodiosa calidad de
sus gamas colorísticas, la peculiaridad de sus invenciones formales y la
dignidad que su artesanía conforme al terminado de sus cuadros.
Movimiento Geométrico
En 1969, en ocasión de ganar el
Gran Premio Festival de las Artes de Tandil, Maria Martorell afirma “el
geometrismo es el que sostiene actualmente el movimiento plástico dada la crisis
de valores artísticos que actualmente se presenta…. ¿Es el geometrismo un
movimiento que corresponde a nuestra época, es decir una pintura de
compromiso?...Hay quienes sostienen lo contrario. Quienes dicen que lo
geométrico no es un arte comprometido están equivocados, porque nosotros estamos
buscando algo nuevo, construyendo cosas nuevas.
“Hago pintura de vanguardia,
pero con tonada salteña”, dijo alguna vez Maria Vidal de Martorell
combinando verdad con humor, pues “emotivamente estoy ligada a esta tierra
más que a ningún otro lugar en el mundo”. Ligazón con su suelo natal de la
que ella se siente orgullosa y que alimentó desde su casa de San Lorenzo, su
lugar de soledad necesaria y de creación incesante. Tuvo durante años su
residencia y atalaya artística en Buenos Aires, donde ha realizó la mayor parte
se su rica producción. Viajera impertinente, ha depositado su aguda mirada en
los sorprendentes paisajes humanos y urbanos de América Latina y Estados Unidos,
en cuyas ciudades más importantes ha expuesto con frecuencia.
Sus obras se hallan en museos e instituciones
públicas y colecciones particulares del país y del extranjero.
Bibliografía
Haedo Oscar Félix. Revista La Actualidad en el
Arte. Bs. As.
Whitelow (1990). María Martorell. Ed.
Gaglianone. Bs As.
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